Se me va...

… y a veces no nay ninguno…

Zits, de Jerry Scott y Jim Borgman es la última tira cómica a la que me he enganchado. Las historias giran en torno a las relaciones de un quinceañero rebelde y aficionado al rock, con sus padres, sus amigos y las chicas. Humor blanco, divertido, agradable y familiar. Digo familiar porque es muy fácil reconocerse en algunas de estas tiras. Yo me quedo con las de tatuajes, peinados y pintas. Las ansias por tener un coche se las dejo a los más solventes.

Ay, si hubiera leído este "manual de comportamiento adolescente" cuando tenía 15 años… Tal vez ahora fuese una reina del rock, en lugar de una monigotera aficionada curranta de pro. Aunque bien pensado, ¿y si hubiese caído en manos de mis padres? Quizás ahora sería jueza y rubia.

Virgencita virgencita…

Y tranquilos, que gracias a mi familia puede haber un talentoso extra en la vuestra. Pues eso, ¡buen día a todos!

…o barriga, que es casi lo mismo…

Ignacio Murillo "Furillo" es un dibujante maño, al que no conozco más que de un segundo, el justo para percibir su buen gusto camisero, pero con quien tengo ganas de echarme unas cañas para ver de qué cabeza salen semejantes historietas. Podéis disfrutar de su humor chabacano y costumbrista y de sus estupendos dibujos en "Donde hay pelo hay alegría" (Colección TMEO nº 25) por sólo 5 miserables euros, que no dan ni para ir al cine.

Además, Furillo, entre otros autores invitados, asistirá al III Salón Aragonés de Cómic de Caspe, donde, entre pitos y flautas y birras mediante, intentaré engañarle para me dé alguna clase magistral de entintado.

¡Muchas gracias por el detalle, Furillo y Xcar! No me malacostumbréis, que con estas cosas que entran unas fiebres de fan fatal que no puedo con mi vida…

¡Buen día a todos!

Vivo sin vivir en mí. ¡Qué cómic éste de Los Muertos Vivientes! ¡Qué fijación la de los seres humanos por emparejarnos y follar en cualquier momento y situación! ¡Qué gran verdad lo de "el muerto al hoyo y el vivo al bollo"! Centenares de zombies acechantes no pueden empañar la auténtica necesidad del hombre: el folleteo.

Spoilers (tampoco muy relevantes. No ampliéis las imágenes, por si acaso)

Durante los primeros números se desarrolla una película de zombies, con mucho arrejuntamiento y amorío, que eso siempre cae simpático entre tanto bicho podrido. Y es que estas gentes que han perdido familia, hijos y parejas, tienen mucho amor para dar. No hay como que el 90% de la población esté muerta para pillar cacho. Ahora bien, las cosas cambian en el cuarto tomo. Nos encontramos un pseudo-reality show, "La cárcel de los tarados": broncas y hostias a tutiplén, dilemas éticos a go-go y drama sexual…

¿Qué hacer para sobrevivir cuando todo se ha ido al garete?

Lo primero: ignorar las leyes. Con lo que cuesta aprobar una ley, que si 500.000 firmas, que si mayoría tal o cual, que si las enmiendas, y lo fácil que se las salta uno. Cocineros, sastres, electricistas y mamporreros, todos bienvenidos. Abogados y juristas, detrás de la valla, por favor. De ahí que con la plaga que son, no haya aparecido ningún superviviente de este ramo.

Lo segundo: mantenerse cuerdo. A estas alturas los supervivientes han perdido la chaveta. Esperemos que el guionista no. Igual de peligrosos son los muertos vivientes que los supervivientes chalados. Porque los zombies tienen pinta de oler muy mal, que si no, casi me cambiaba de bando.

Y lo tercero: una churrupaíta. Desestresa, alivia, relaja y se rinde más descalabrando muertos. Pero ¿y  si a tu chica no le agrada? El drama psico-social-sentimental esta servido. Ya podemos olvidarnos de zombies y hostias.

¡Buen fin de semana a todos!

Sí, amigos lectores, un asco. Con lo que me costó encontrar el primer número de Los Muertos Vivientes y lo que me ha gustado el segundo… Qué final, qué intriga, qué nerrrrvios… Pues ahí me he quedado, varada en un agosto vacacional en el que las tiendas abiertas tienen agotados los siguientes números y además no reciben material de Planeta porque la editorial está de vacaciones. ¿Y ahora qué?

Ale, entradica corta, que si Planeta vaguea este mes, yo no voy a ser menos…

A vuestra derecha, uno de los dependientes que me ha atendido, que no se había podido coger el puente, el pobre.

Chiste gráfico del Cartoonist de Kyle Baker. Kyle Baker dedica medio libro a contar sus aventuras como padre. ¡Qué complejo es educar a un niño! ¡Qué valor y qué ganas hay que echarle para tener hijos… Para ganas las que yo tengo de ver a mi recién estrenado sobrino Noah, medio español, medio alemán y nacido en Noruega.
A ver si aprende a leer pronto y puedo adelantarme a sus otras tías con gustos más… euh, convencionales… como el campo, el deporte y jugar a las cartas. Como decía, a ver si aprende a leer pronto, pero en castellano. Si aprende a leer en noruego, terminarán gustándole el campo, los deportes y jugar a las cartas.

¡Buen fin de semana a todos! En breves, ya sabéis, la crónica del episodio 3 de Who wants to be a superhero?

 

Hace tiempo, una amiga me volvió loca con su dichoso enigma de las puertas. Quería demostrarme por medio de combinaciones, permutaciones o no se qué gaitas el tongo de los concursos de abrir cajas. Me señaló tres puertas imaginarias y me dijo que detrás de cada podía haber: una vaca, una vajilla (que no me toque, que no me toque) o un millón de euros. El caso es que ella, matemática de pro, pretendía explicarme a mí, una iletrada aritmética, mediante intrincadas operaciones que siempre iba a llevarme el peor premio. Yo, por mi parte, intentaba decidirme por una de las tres puertas ficticias, rogando que no me tocase la vajilla (por dios). Tras muchas dudas, con la consiguiente exasperación mi amiga que decía que "sólo era una premisa, que no tenía que escoger nada y que atendiera a la explicación", elegí la puerta de la vaca. Y menudo alegrón. No sé quién puede pensar que una vaca es peor que una vajilla.

Qué jodidos son los "y si…" ¡Hay tantas opciones que siempre resulta dificil elegir! ¿Y si te equivocas?

Para muestra, una historieta de dos páginas del cómic El quiosco de la utopía, de José Carlos Fernandes (Devir). Un cómic a rebosar de realismo mágico e irrealidades poéticas.

 

 

 

 

 

 

 

Si es que no puede ser. Una se sube al autobús tempranico, con un sueño tremendo y no está preparada para encontrarse algo así. Se me han caído las legañas de los ojos. Un tipo agarrado a la barra superior del autobús con las dos manos, mostrando al mundo con salero sus sobacos peludos. Cejijunto, con camiseta blanca de tirantes de italianini que pega a su mujer, abundante pelo en hombros, brazos y axilas. Barriga cervecera pronunciada cubriendo la cinturilla de sus bermudas bañadorescas. Calcetines con sandalias, cómo no. Y encima, más tetas que yo.

Me preguntaba de dónde sacaba el zaragozano Furillo los personajes de sus cómics y voy y me encuentro con uno.

¡Buen día a todos! 

Ayer estaba recordando lo que me gustaba escribir cuando era pequeña y lo vergonzoso que me parece ahora todo lo que hacía. Esto viene a tenor de lo que cuenta Phoebe Gloeckner en el prólogo de Vida de una niña. Ella dice que con dieciséis años, cuando dibujaba cómics y alguien entraba en su habitación, sacaba un dibujo "tonto" para que nadie supiera lo que estaba haciendo. Años más tarde, tuvo que autoconvencerse de que no era una mala persona por publicar lo que ella consideraba como su "vergonzoso" trabajo, animada por la creencia de que sólo unas pocas personas lo leerían. Já, que se creía ella eso.

Mientras leía este prólogo, me animaba pensando que quizá tampoco era tan vergonzoso lo que escribía de pequeña. Pero lo era. Y más. Me acordé de un relato lacrimogenísimo que escribí a mis repipis y poco curtidos 12 años, y que el profesor de lenguaje nunca me devolvió. Trataba sobre un chaval ciego (menuda premisa), Pablo, que tenía un perro lazarillo que, conociendo mi gusto por los nombres castizos, quizás se llamaba Atanasio. Finalmente, tras unas aventuras apasionantes (ya os imagináis) el perro muere de viejo y Pablo se queda sin la luz de sus ojos, sin su fiel compañero y una sarta de topicazos que harían que Tierra de sueños (el drama animalístico de Jiro Taniguchi) pareciese Old Boy (una auténtica animalada). Un rollo macabeo escrito por la que podía haber sido la futura Corín Tellado maña. Es decir, yo.

Durante un tiempo pensé que el profesor se había quedado mi relato porque le había gustado. Pero seguramente, al gordo cabrón lo que le gustará será enseñarlo (junto a las redacciones de otros empollones) en las cenas de los sábados, durante los postres, para solaz de sus invitados.

Parece frecuente que los autores sientan vergüenza de sus trabajos, por no creerlos tan buenos como realmente son. No es el caso del relato del ciego y su difunto perro, cuya publicación ahora me causaría un trauma y varios años de tratamiento. Sin embargo, poder leer historietas antiguas dibujadas por la jovencísima Phoebe Gloeckner es una maravilla.

Por si acaso, no tiréis ni rompáis nada.

¡Buen día a todos! 

¡En todas partes! Ayer, cuando volví a casa por la noche, encontré en la basura un sillon de oficina, viejo y raído pero funcional, de armazón metálico. Justo lo que andaba buscando, pero en viejo y sucio. Intenté levantarlo, pero ¡cómo pesaba el condenado! Lo arrastré unos metros organizando un escándalo infernal y un amable señor se apresuró a ayudarme a llevarlo hasta casa. Estoy abocada al diogenismo en mi vejez. Lo próximo será ir metiendo la mano en las papeleras… argh!

Esta tira de Bill Watterson es muy conocida, pero el hallazgo de unas piedras, una raíz muy rara y unas larvas asquerosas se asemeja totalmente al hallazgo de mi sillón, del que acaba de salir un grillo… ¡qué valor! Bueno, un ex-grillo. No sé si ha muerto con el zapatillazo o si ya había muerto previamente de un infarto con mi primer alarido.

En breve, la crónica de Who wants to be a superhero? desde mi flamante sillón viejo y gratuito.

Buen fin de semana a todos, incluído tú, lector que buscas en google "iru gafapasta". Ay, como te coja… Lo dicho, ¡buen fin de semana!

Vale, es mentira, pero produce mucha satisfacción. Y si no, mirad lo duro que es comprar cualquier otra cosa…

"Por reformas… TODO FUERA. O te lo llevas, o lo tiramos". Eso anuncia la propaganda del MediaMarxx de Zaragoza. ¡Háganme el favor de no tirarlo, que necesito un escáner nuevo! Pensaba que no sería más que un reclamo publicitario… pero no. Obras, desorden y llenazo hasta la bandera. Además, cuando hay ofertas la gente se vuelve chalada. ¿Qué hacían esos niños corriendo con discos duros portátiles en la mano? Y aquella señora gritando: ¡Mañoooo, cógete una cámara pues! Y el hijo: ¿Cuál máaaama? ¡No séee, una que tenga ocho o nueve megapises!

Busco los escáneres a toda prisa, deseando salir de semejante caos. Están junto a los equipos multifunción, tan planitos, tan ligeros, tan nuevecitos, tan… tan solamente los de exposición ¡sin especificaciones ni precio! ¡Mierrrrda! A preguntar. Diviso a una dependienta y me acerco. ¿Qué veo? ¡Está huyendo, la muy asquerosa! Se creerá que va a escapar, con las patas tan largas que gasto… Todo muy peterbaggiano y la dependienta igualita a Lisa Leavenworth… con halitosis. Esto es para saberlo antes… Le pregunto por los escáneres y me dice en voz baja, como si fuera un secreto, acercándose mucho (arrrrg): "casi no quedan, pero no importa porque todos hacen lo mismo". ¡Pero no me diga estas cosas, mujer! ¿No ve que tan valiosa información puede costarme la vida… o más? 

Supermercado, 19 horas. Compro instrumental básico de restauración en la sección de cosméticos, a saber, un eyeliner. La dependienta de la sección, una peliteñida Gwen Stacy, se está pintando las uñas con parsimonia. De rosa (brrr). Le pido amablemente una cajita para el instrumental-básico-de-restauración. Me enseña las uñas. Le enseño las mías. Igual es un nuevo ritual dependentístico. Abre un cajón con el índice y con el meñique saca la caja. Mentalmente, con otro dedo, se estará acordando de mi madre. La próxima vez que esté limándome las uñas y mi jefe venga pidiéndome diseños, le voy a decir cuatro cosas…

19:45  Abro la puerta mi librería habitual. Nada más verme, el librero me dice que ya ha llegado el número 1 de Los Muertos Vivientes. Por fin. Un parroquiano habla sobre Zombies Party. Hogar, dulce hogar.

¡Buen día a todos! ¡Y suerte, si os toca ir de compras!