Entré en la librería de viejo buscando libritos azules de Orbis, los de ciencia ficción que tanto me gustan. Estaban los de siempre, un par de tomos de una antología clásica de relatos new age atados con una goma. Junto a ellos, unos pocos títulos de otras editoriales, novelitas pulp, muchos libros acerca de ominosas invasiones alienígenas y otros, mal ubicados, de fantasía épica.
No pude evitar fijarme en la portada psicodélica de una edición sesentera de Fahrenheit 451, manoseada, ajada, preciosa. El libro estaba raído, amarillento y dedicado en su primera página. Las dedicatorias en mis propios libros me revuelven las tripas. Me marean. Veo lo que antaño parecía eterno resumido en una frase vacua, carente de sentido y poco afortunada – para mi mejor amiga; no te olvidaré nunca; por una locura compartida… – que todavía amarga levemente. Las dedicatorias en libros ajenos, sin embargo, me provocan más curiosidad que rechazo.
Con el libro abierto, me permití fantasear unos segundos acerca de la persona que regaló aquel libro hace más de treinta años. Tal vez fuera un tipo idealista, inquieto, un hombre de indudable buen gusto. Intenté imaginar por qué escogió ese libro, si al obsequiado le agradó el regalo o fingió que lo hacía, si lo leyó vorazmente o lo abandonó a medias en un rincón, si memorizó algún pasaje, si lo prestó alguna vez o muchas, cómo llegó a los estantes de una librería de viejo y, finalmente, qué será de mis propios libros dedicados. Espero que terminen, mejor que en una pila crematoria, en las estanterías polvorientas de una librería y que alguien, con pocas ganas de estudiar el carnet de conducir, pierda el tiempo elucubrando necedades similares.
Regalo de Franz Cichosz Hempkel, rezaba la frase. Y debajo una firma; un garabato en el que podía leerse, o yo quise leer, Cichosz.
Pagué el libro y regresé a casa, silbando, mientras releía una y otra vez el nombre, cada vez más familiar. Cichosz, Cichosz… ¿Cichosz? ¡Cichosz!
¡Buen día a todos!
latro dice
¡Qué inquietante nombre! Me recuerda a los que pone a sus personajes Jose Carlos Fernandes, ¿no?
Yo también tengo otra dedicatoria ajena que es curiosa:
http://www.universomarvel.com/bajolamascara/2005/10/el_amor_es_lo_que_tiene.html
Dionisio dice
Iru, maja, yo tengo un puñado de libros de ese tal José Mª López comprados en esa misma librería de viejo. La mayoría noveletas pulp de los 50s. Ah! Y la versión cubana de Lovecraft. A tope!!!
bernal dice
Igual lo hace el dueño de la tienda para venderlos mejor.
Casi seguro.
Ike Janacek dice
Uyuyuy… Antes hice un comentario pero creo que se borró. Mejor, pero el caso es que ,casualidades de la vida, a este caballero de la dedicatoria lo conozco muy bien. Es más, San Google les llevará a su página de «artelista» donde a riesgo de perder la cordura podrán ustedes contemplar sus espantosos cuadros y careto de malvado de película.
Un dato a tener en cuenta: su biografía es más falsa que moneda barbuda (lo de «puestos ejecutivos es desopilante) pero es que de este individuo no se puede esperar otra cosa.
Qué puñetera casualidad, Iru, hace unos días escribía en el blogo acerca de él y su prole… Bueno, al menos tenía buen gusto literario, algo es algo.
Iru dice
Latro, ¡tu historia es de amor y muerte! Merche fue desollada en cuanto regaló el tebeo profusamente autografiado. ¡Me ha gustado mucho!
Dioni, pues si tienes ganas de más, ahí había para aburrir 🙂
Berni, hombre, entonces firmaría como Heinlein, o Silverberg o algún escritor importante… 🙂
Ike, ya me temía que no iba a ser una historia bonita a pesar de la ilusión que me hizo comprobar la coincidencia en casa y, de paso, recordar lo que contaste días atrás. Es una gran casualidad como dices, y para bien (espero) ya te conozco un poquito más.
¡Besicos!
Lord_Pengallan dice
A mi si alguien me regala un libro con semejante dedicatoria se lo tiro a la cabeza. Menudo cabron, dejando patente que ese regalo me lo hizo el, para quenunca lo olvide, para que lo tenga presente, menudo chantaje emocional mas sutil y artero!!!
Raúl Martos dice
Bueno, una vez compre un libro donde venia como marcapáginas una foto antigua de una señorita en la cama con poca ropa y, detras de la foto, una dedicatoria de esas que hacen sonrojar…
EL pasado es misterioso
Burbuja dice
No tengo nada que decir de las dedicatorias, pero si del buen gusto del que regaló el libro. Bradbury (aunque muy pesadico hablando) es una apuesta segura. Ojalá los que ven «Gran hermano» se molesten en averiguar el origen del nombre y de paso les de por leerlo. Ésto si que es ciencia-ficción.
XCAR dice
Eh Bubbles, que Gran hermano es de «1984», de George Orwell.
Eso no quita que tengas toda la razón. Eso sí, Orwell mola mucho más que Bradbury.
Burbuja dice
Tienes toda la razón, son dos autores que confundo mucho y no sé la razón, porque no tienen nada que ver uno con otro, salvo que me gustan los dos. Les adjudico las obras a uno o a otro según me dá. Y no se me quita este vicio ni con penitencia.
XCAR dice
Eso te pasa porque los dos escribieron obras de similares características («1984» y «451º Farenheit»). Si encima añades a Huxley («Un mundo feliz») el lío puede ser mayúsculo.
Y ya vale de hablar de libros aquí, que los gafapastas no leen, sólo hablan de lo mucho que leen.
Burbuja dice
Creo que me equivoqué de programa de tv, estaba pensando en «Crónicas marcianas». Y seguro que hay cómics de todos los libros de los que hemos hablado.
Bruce dice
No he leido el libro,pero tengo la peli de Truffaut que me encanta desde pequeño..
Jean Mallart dice
¿Cuáles te faltan de los azules de Orbis?
señor punch dice
Iru, quién sabe… yo tras leer este post tengo la convicción de que la dedicatoria era para tí, para que escribieras esta entrada 🙂
Un saludo de un monigote que te descubre (vía little nemo’s kat) y te manda a favoritos (chulos los dibujos, el tono… seguiré la pista)