El secuestro de Stan Lee, un chino impertinente y el robo de unos neumáticos han puesto a prueba a los aspirantes a superhéroes en este primer programa del concurso. Un programa en el que se han manifestado las fortalezas y debilidades (que son muchas) de los concursantes. Un policía mandón, una rubia que va de tonta y tal vez lo sea, un acróbata poco avispado, una tía dura algo depresiva, un graciosillo, una maciza desordenada, un millonario maleducado, una ex-agente de la CIA pasota, un optimista profesor gay y una maruja de clase media… ¿Cuál de ellos será un superhéroe?
Los castings
El comienzo de este primer programa de Who wants to be a superhero? está dedicado a los castings que tuvieron lugar en varias ciudades americanas y a los miles (sí, ¡miles!, habéis leído bien) de participantes que acudieron a ellos, pertrechados de mejor o peor manera de superhéroes de su invención.
Seguramente a Stan Lee le gustan más los castings que el programa en sí, a tenor de las féminas ligeritas de ropa que intentaban hacerse un hueco en el concurso. Stan, que sabe más por viejo que por verde, reunió a los más pintorescos aspirantes en su cuartel secreto para el casting de los castings. Y qué casualidad que, aparte de unos cuantos concursantes fantocheados con trapos de andar por casa, papel albal, y medias del tacién, también estaban las aspirantes más golfantes. Una de ellas tenía el poder de tocarse un pecho y decir bam bam. ¿Impresionante, verdad? El mundo respira más tranquilo ahora. El poder de otra era tener las tetas más fuera que dentro del traje y haber amado largo tiempo a Stan. –Oh, well– dijo Stan tragando saliva. Antoñita la fantástica, otra maciza de amplias posaderas que finalmente fue elegida, también mostró su interés por él. En otra se había visto el abuelete. Tanto superhéroe por fin daba sus frutos. Cacafuti, otra de las seleccionadas, también llevaba un ¿traje? de quitar el sentido. A estas alturas, Stan, desde su pantalla omnipresente, ni oía ni veía; sus sentidos estaban volcados en la creación de un nuevo programa: Jamelgas de América.
Pero no todo iban a ser jovenzanas de buen ver. También había una Super-abuela que por edad, hubiera hecho muy buena pareja con Stan pero no fue seleccionada; un tipo muy desenvuelto llamado Homelessman cuyo poder era imaginar que volaba y por tanto se pegaba soberanos porrazos y que tampoco fue seleccionado; un superhéroe gay, Pardolón, defendiendo su identidad sexual, y Sadomaso, que viendo como estaba la competencia y que ella es de natural hombruno, decidió jugar la carta de los desfavorecidos, que tan bien le funcionó a Frikiback la edición pasada. Y Stan, a quien le puede el paternalismo, cayó. Otra vez.
Frikiback, intenso y enardecido, conduce a los concursantes elegidos hasta la mansión superheroica. Allí es obligada la visita al museo de Stan Lee ¡novedad de esta edición!, la fantasía megalomaníaca de un señor con bigotito. Las gafas de nerd de Stan, en virtud de las cuales recibiría un sinfín de collejas durante sus años mozos, el boli con el que empezó su carrera y utensilios diversos que a ninguno nos importan y a los concursantes, que andaban buscando el jacuzzi, menos.
Tras el primer contacto y como si un vulgar granhermano español se tratase, los concursantes ya andaban a la gresca o amigadísimos como Pardolón y Antoñita quienes, como liendre y mariliendre, correteaban por la casa. Y es que ya se sabe, lo de que todo se magnifica… Cacafuti dudaba mucho si se llevaría bien con Marujinia por la afición de ésta a la limpieza y la de aquélla a la porquería; y Axila y Carapán se toparon con las rarezas y malos modales de Don Pin-pon, el judío de la raquetica, que tendrá mucho dinero pero de educación va justito. –Don Pin-pon es muy raro, va de mal rollo-se quejaba Axila.
–Mantengo la distancia con los demás porque esto es un concurso, el que quiera pensar que soy un solitario que lo piense, me da igual -afirmaba Don Pin-pón con cara de maníaco.
Stan Lee, como es habitual, les da la bienvenida desde su pantalla a «la aventura de vuestra vida» y les recuerda que no se va a medir tanto la capacidad física como «lo que llevéis en el corazón». Pero cuando está contando la patraña esa del premio de la inmortalidad, que si la peli, el tebeo, los moñacos articulados… se corta la conexión. Stan desparece y aparece en su lugar el Doctor Dark, un villano. Les dice que ha secuestrado a Stan y les propone el reto de rescatarlo. Tendrán que dividirse en dos equipos (equipo azul y equipo rojo) y meterse en sendos túneles con agua a presión y viento huracanado hasta lograr apagar el agua y el aire y liberar a Stan. Si no lo consiguen ambos equipos… Stan morirá. Amigos lectores, con semejante plantel de superhéroes, estábamos a punto de presenciar la edición más breve de Who wants to be a superhero y una muerte más emblemática que la de Gwen Stacy.
El Equipo Azul lo forman Cacafuti (artista en plena forma), Antoñita (esforzada camarera), Lucrecia (ex-agente de la CIA), Pardolón (profesor de instituto) y está liderado por el Capitán Carapán, de profesión policía. Un equipo con el que Stan podría tener alguna esperanza de supervivencia. Pero ay, el otro equipo, ay.
El Equipo Rojo, liderado por Axila (acróbata sin sesera) que ya se preocupa de nombrarse el primero, y formado por Humpty Dumpty (friki con sobrepeso), Marujinia (ama de casa), Don Pin-pon (millonario ocioso) y Sadomaso (segurata con problemas). Con semejante equipo Stan, en su cautiverio, se vería con un pie más allá que acá.
Os contaría cómo el Capitán Carapán preparó una estrategia y su equipo no sucumbió al agua a presión y al viento mientras los miembros del equipo rojo trotaban cada uno a su aire sin conseguir llegar al objetivo; o cómo ambos equipos tuvieron que volver al principio a recoger una llave olvidada; o cómo Sadomaso se cayó y no llegó a tiempo con la llave… pero el resultado, lo relevante, es que NO lograron salvar a Stan Lee.
Pero Stan, que algo sabe de superhéroes, es consciente de que no es buena idea dejar su integridad física en manos de unos aficionados que no tienen poderes de verdad, ni parecen muy listos, ni nada. Cuando el malvado Doctor Dark se quita la capucha, asoma ese familiar bigotito. Un cachondo el viejales. «He fingido mi secuestro para haceros llegar un mensaje, que se os pondrá a prueba constantemente, y no debéis dar nada por supuesto». Sadomaso, que hubiera causado la muerte de Stan, se lamenta entre lloros. «He fallado a Stan y a mí misma». Pero ahí está el Capitán Carapán para reconfortarles con sus mofletes y su americanismo recalcitrante. ¿Qué somos? ¡Héroes! ¿QUÉ SOMOS? ¡HÉROES! ¿QUÉ SON? ¡AMERICANOS!
El chino impertinente
Después de tamaño susto, Stan presenta la siguiente prueba: alguien ha robado en el almacén del señor Long y cada concursante tiene dos minutos para recabar pistas de la forma más heroica posible. Sin embargo, el señor Long parece más interesado en el aspecto de los superhéroes que en el robo, e intentará sacarlos de sus casillas y distraerlos para impedir que lleven a cabo su misión.
El Capitán Carapán y su flema policial, Pardolón, Axila, Cacafuti, Sadomaso, Marujinia, que casi acaba limpiando para el chino, y Humpty Dumpty logran descubrir alguna pista sin perder los nervios.
Antoñita con su insoportable voz balbucea cosas como iiiih iiiiiiiih iiiiiiiih. Virgen santa, qué ojo tienes, Pedro…
Lucrecia no logra descubrir nada, pero le suelta al chino un rollo tremendo, que su poder viene de sus trenzas, que puede atrapar a los malos, que puede hacer esto y aquello, le enseña su prisma de energía… y olvida la misión. Ya sabemos por qué es EX-agente de la CIA.
Don Pin-pón, con ojos de lunático, le pega cuatro gritos al chino al primer intento de distracción, y prácticamente lo agarra por el pescuezo para sacarle información. ¡Qué carácter el judío de la raquetica!
Menudo vecindario
Al salir del almacén, nuestros héroes se encuentran con que algún desalmado les ha robado las ruedas de los coches. El Capitán Carapán toma el mando (Go, go, go go!) y pone a todo el mundo a currar a destajo. -Es un lider nato -dice Antoñita con admiración. Cerca de los superhéroes rondan un hombre llevando y trayendo cajas con gran dificultad, una vieja algo demenciada sacando y metiendo su tacatata del coche y un perro, llamado Andy, gimoteando bajo un bajo un cartel que dice que ese perro, precisamente ése, está perdido. Casi todos los superhéroes están a lo suyo con las ruedas, menos Lucrecia que se toca las trenzas mirando al infinito y sólo tres de ellos ayudan a los viandantes. Pardolón ayuda al mozo de las cajas y Marujinia y Cacafuti ayudan a la vieja del tacataca no se sabe muy bien a qué.
Nominaciones y expulsión
De vuelta a la mansión superheroica, Stan está que trina y, desde su pantalla, les avisa de que es la hora de las nominaciones. En el techo de la guarida, Stan no deja títere con cabeza, seguramente debido al resquemor de poder haber muerto por culpa de unos cernícalos. Rememora cómo el Capitán Carapán llevó a tu equipo a la victoria durante su rapto, y sin embargo no se dio cuenta de que la última prueba no era cambiar unas ruedas sino ayudar a los necesitados. Yo aún tengo mis dudas de que una señora que saca, mete, saca y mete sin parar un tacataca necesite algún tipo de ayuda que no sea psiquiátrica. Después le toca al turno al perro abandonado, Andy, ese actorazo. «Por lo que sabemos, ese perro podría seguir ahí». Ladridos en off. Cara de pena generalizada. ¡Pero si todos sabemos que en las pelis americanas siempre se salva el perro! Acusa a Don Pin-pón de maleducado y grosero en la prueba del chino impertinente y critica a Lucrecia por contarle su vida y milagros olvidando su misión.
Finalmente nomina a Don Pin-pón, a Lucrecia, y a Antoñita la fantástica, imagino que por no escucharla más.
Don Pin-pón, con mirada de tarado y en absoluto arrepentido, arremete contra el chino diciendo que era evasivo y culpable y no se comportaba como una víctima. ¿Él desagradable? ¿Él grosero?
Lucrecia, que como agente de la CIA tenía que ser una joya vista su participación en las pruebas, no pone mucho énfasis en su defensa.
Antoñita la fantástica, sin embargo, casi sin respirar, y al borde de la histeria, jura y perjura que iiiih iiiiiih iiiiiih ya sé que me faltan muchas cosas pero esto para mí iiih iiiiih iiiiih es lo más importante estoy iiiih iiiiiiiiiih dando el cien por cien pero voy a continuar porque es maravilloso.
Ahí es nada. Menudo trío. Stan, con ganas de echarlos a los tres y acabar cuanto antes el programa, se rasca la barbilla y dice lo que hemos escuchado tantas veces antes: que es una decisión muy difícil, que es muy duro y blablablá. Muy difícil, muy difícil, pero acto seguido y sin cavilar un ápice elimina a Lucrecia, la ex-agente de la CIA. Ésta, muy digna, le da las gracias por la oportunidad, deja su ridículo y poco útil prisma energético en el cubo de basura y se marcha. Mientras se aleja dice que no se arrepiente de nada de lo que ha hecho, es decir, tocarse las trenzas y… poca cosa más.
Y mientras los superhéroes duermen plácidamente en la mansión superheroica, una villana con aviesas intenciones se prepara para hacérselas pasar putas en el siguiente programa. ¡Es la Reina Abeja!
¿Alguien se atreve a elucubrar a quién van a echar la próxima vez?
¡Buen día a todos!
CHESIRE dice
‘Jamía yo que no veo el ‘pograma’ porque mi inglés es de Opening me parece que me lo voy a pasar a lo grande leyendo tus comentarios. 😀
»A estas alturas, Stan, desde su pantalla omnipresente, ya ni oía ni veía; sus sentidos estaban volcados en la creación de un nuevo programa: Jamelgas de América.»
Jajajajajaja XD
BesOtes guapa! ;P
Lord_Pengallan dice
Jamelgas de America! Dios te oiga y tu nos lo narres!
No entiendo como no salieron elegidas esas que mencionas, si lo tienen toro, toro y toro!
Ike Janacek dice
¡No vuelvo a apostar! pero eso sí: VATICINO que se va a la calle, ya mismo, esa SADOMASO con cara de sadomacho. Por su culpa pudo haber cascado Estanlí, y no, ni por esas, privándonos a todos del placer de ver decúbito supino al vejete pelmazo.
Iru dice
Chesire, es que vaya golfantas, eh…
Don Critiquitas, después de ver dos episodios me da que Stan eligió a la que parecía más tonta y accesible. Además no te quejes, ¡que Cacafuti está tremenda! Y la villana, guau. Peor lo tenemos nosotras…
Ike, no seas rencoroso, hombre, que hay villanos a tutiplén y féminas descocadas… el abuelete tiene todas las papeletas para cascar.