El autobús se detuvo en una parada en la que no subió nadie. Una mujer negra, rechoncha, culona y algo patizamba, corría metros atrás taconeando con sus sandalias doradas y haciendo afectados aspavientos al conductor para que la esperase. El conductor la miró por el espejo retrovisor, cerró la puerta y arrancó ostentosamente con un burlón rechinar de ruedas cuando la mujer acababa de alcanzar la puerta del autobús. La mujer negra pronto quedó lejos, derrengada, con los brazos caídos y el bolso, también dorado, colgando de la mano.
Varias paradas más tarde, una guapa joven negra, con unas piernas de quitar el hipo, corría a duras penas detrás del autobús. La falda algo subida, los pechos bamboleantes bajo la blusa, una carpeta a rebosar de apuntes, las sandalias de tacón vertiginoso trabándose entre sí… Mientras el conductor detenía el autobús y esperaba pacientemente, con la puerta abierta, a que subiera la chica, alguien exclamó en voz alta lo que todos pensábamos: «-Joder, ¡qué listo!»
La próxima vez que esté perdiendo el autobús, en lugar de apretar a correr y acabar suplicando en la puerta sofocada, congestionada y con el sesapil por los suelos, me remangaré las perneras como si fuera a regar, a ver si luciendo pantorrilla consigo que el conductor me espere. ¡Diginidad y compostura! Que en agosto, con la frecuencia de los autobuses maños, está la cosa como para perderlos.
¡Buen día a todos!
Bruce dice
Ponte bien ceñía en el examen del practico, que si apruebas te quitas de coger autobuses para toda la vida..!
Chewi dice
Habrá que ir siempre bien depilada… aunque aun así me parece que me quedo en la parada…
Burbuja dice
En una época a mí también me esperaban los autobuseros, ahora con mi barriga de 5 meses me he vuelto invisible para los hombres.