La desidia, el engorroso trabajo diario, arrollar viejas impunemente con el coche de la autoescuela, este extraño agosto que parece obra del villanesco Capitán Frío y la más absoluta vagancia me impiden disfrutar plenamente de esta temporada de Who wants to be a superhero? Eso y que este año está siendo bastante aburrido a pesar de que el programa cuenta con más medios técnicos y la estupenda caracterización de unos villanos muy persistentes y tan cachondos como el Mamporrero de la anterior edición. Lo que ocurre, como en todas las segundas partes de cualquier reality, es que los concursantes vienen resabiados la edición anterior y, perdida la naturalidad, todas las actuaciones superheroicas parecen meras poses y ellos simples actores. La ingenuidad con la que ignoraban al prójimo necesitado el año pasado o las desastrosas pruebas no tienen cabida este año.
Unos concursantes son más lloricas, otros más piadosos, otros taxativos, pero todos, absolutamente todos, son asquerosamente heroicos. Y los malditos superhéroes bondadosos terminan aburriendo. Pero ya les cazará Stan Lee. Menudo es. Nada se escapa a ese viejito en apariencia afable pero ¡¡mplacable! en la búsqueda del superhéroe definitivo. Ahí es nada.
Tras la eliminación de la patizamba Antoñita, el grupo está extrañamente descorazonado. Por si eso fuera poco, alguien ha saqueado la mansión superheroica, robando todos los documentos de las identidades secretas de los concursantes.
El Capitán Carapán, afiliado a las juventudes hitlerianas desde niño, les ordena imperiosamente no tocar nada. Pero eso no es todo… ¡también han robado el boli con el que Stan Lee comenzó su fulgurante carrera! ¡Lo peor! Sadomaso se viene abajo «no puedo más» y comienza a llorar, que si no tiene familia, que cuando acabe el concurso se quedará sola otra vez. Nadie sabe a qué viene semejante pantomima ni qué tiene que ver con el robo, pero da una pena muy grande.
Los ladrones, no contentos con arramblar con los documentos y el boli, han robado un cheque por valor de 50.000 dólares que la empresa patrocinadora del concurso había donado a los amigos de los bosques urbanos, que como todos sabemos, están muy necesitados porque bosques urbanos hay más bien pocos y, sin embargo, gente pobre hay un montón.
Semejante plan no podía salir de otra mente que la del Doctor Dark, quien por méritos propios, debería ganar inmediatamente este concurso y ahorrarnos más sufrimiento. Los superhéroes tendrán que buscar por el Citywalk de los Estudios Universal al agente que lleva los documentos e interceptarlo con una contraseña como «necesito orejas, ¿puedo usar las tuyas?». Deberán ir de incógnito, por lo que cada uno tendrá que pedir un jersey, unos pantalones y unos zapatos a los turistas del parque que tienen un gusto más que dudoso a tenor de cómo acaban «vestidos» los superhéroes. Entre la muchedumbre hay una extraña mujer, a la que le faltan unas señales luminosas que digan: ¡prueba al canto!, que ha perdido a su hija y a la que todos prestan ayuda menos… Cacafuti. Pardolón logra interceptar al agente del Doctor Dark y recuperar los documentos y el cheque. Pardolón es el más natural de todos: palmotea, corre como una loca, gesticula afectadamente… Y aunque no resulta cómico como el Teniente Vicente, que era mucho Vicente, es lo mejorcito del plantel de concursantes.
De vuelta a casa, hacen una parada en Golden Ape, una popular tienda de cómics, donde pueden ver «el primer paso hacia la inmortalidad» en las portadas de sus propios tebeos.
Una vez en la mansión superheroica, Stan Lee, quien seguro que es amigo de los bosques urbanos, le da las gracias a Pardolón y le concede, a modo de genio de la lámpara sin turbante y con mostacho, dos llamadas telefónicas, una para él y otra para quien elija. Escoge a Marujinia y Carapán, contrariado, tuerce la boca y aprieta sus inmensos carrillos.
Stan, el viejo cizañero, viendo que la cosa está calentita, les pide otra evaluación de sus compañeros. -Be honest – les advierte con gran regocijo. Los resultados no se hacen esperar: El Capitán Carapán es un mandón, Sadomaso esconde algo y Axila tiene que salir de su caparazón. Carapán se confiesa autor de semejantes juicios salvo del que le concierne, del que nadie se hace responsable por temor a las represalias del fornido mofletudo. Axila lo tiene claro: -Hay una línea entre ser un líder y un cretino. Cacafuti opina lo mismo: -Si tuviese que elegir a alguien para que se fuese, sería Carapán porque es un abusón.
Stan Lee, juez y verdugo del concurso, decide que es la hora de las nominaciones. Después de la tradicional charla en la que elogia a unos y abronca a todos (Pardolón por bocas, Marujinia por su pulcritud, Cacafuti por insolidaria, Sadomaso por ser tan blanda y Carapán por ser peor que un presidente bananero) nomina a:
–Cacafuti, que reitera que aún tiene mucho que mostrar. Ya lo prometió en el episodio anterior y, para desgracia de los espectadores y de Stan Lee, no lo ha cumplido.
–Carapán, que aduce que toda su vida ha querido ser como los superhéroes de Stan Lee.
–Marujinia.
Stan pondera qué hay de verdad en que Cacafuti vaya a enseñar todo o si, por el contrario, es un vil truco. Finalmente decide expulsarla porque considera que no ha dado la talla, ha sido incapaz de tomar decisiones y encima ¡no ha enseñado nada! Cientos, qué digo, ¡miles! de americanos apagan la tele en ese momento.
Cacafuti dice que no olvidará nunca la experiencia ni a sus compañeros. Deja sus cosas en el cubo, y la espectacular Cacafuti se convierte en ¡¡¡una mojigata bibliotecaria!!!
Mientras, el malísimo Doctor Dark pretende clonar a Stan Lee ¡¡con el bolígrafo robado!!
¿Qué ocurrirá ahora? ¿Qué otros subterfugios ideará Stan Lee para salir más aún en su propio programa?
¡Buen día a todos!
Lord_Pengallan dice
Cacafuti nooooooooooo! Empiezo a pensar que Stan es gay.
Por cierto, tienes razon este agosto no me lo han devuelto tal y como lo deje el año pasado. Nos han timado!
Bruce dice
Me adhiero al Cacafuti nooooooooooo!
es ley de vida, ¿porquè las macizas son siempre las primeras en irse?