Esta mañana leyendo Babel, de David B., en el váter me he acordado de Dupuy. Queda poco elegante y menos gafapasta, pero ha sido así. Digo que me he acordado de Dupuy, un tipo encantador que en Avilés nos contó anécdotas de su estancia en Méjico y hasta tradujo para nosotros una de sus historietas, porque creo que David B. no me caería ni pizca de bien. Y es una pena, porque sus dibujos me gustan a rabiar. Sin embargo, los cómics de Dupuy nunca me habían llamado demasiado la atención. En Babel, David B. habla de los sueños, los recuerdos y todo lo que se le ha pasado, se le pasa y se le pasará por la cabeza. Y lo que le suele pasar por la cabeza es, por regla general, su hermano epiléptico, a quien ha dedicado seis tomos en La ascensión del Gran Mal. Anda, que si llega a ser David B. el epiléptico virgensanta se habría hartado de dibujar. ¡Lo que hubiera hecho el tío…! ¡Y lo que hubiera costado publicado por Sinsentido!
Cuando era pequeña leí en alguna parte que Enyd Blyton era una bruja de cuidado. Bueno, no decían eso literalmente, pero sí que era una persona retorcida, llena de manías, de miedos y que sólo se llevaba bien con su perro… Compleja, decían por llamarlo de alguna manera. Pero, ¿cómo podía ser así la autora de los libros de Los Cinco? Con lo enamoradísima que estaba yo del responsable Julián, con lo valientes y aventureros que eran todos, con…
Desde que leí la biografía de Enyd Blyton me fue imposible dejar de ver detrás de sus textos a una vieja avinagrada, con cara de loro, a la que sólo aguantaba su perro. Y viceversa. Después de ver los esfuerzos de Dupuy traduciendo su historieta de luchadores mejicanos, lamento haber regalado el Diario de un álbum (Dupuy y Berberian) que no pude terminar por parecerme un coñazo. Igual es que me gustan o me disgustan más los autores que sus obras. Por desgracia Santa Rita Rita Rita…
¡Buen día a todos!
bruce dice
Yo prefiero a los 7 secretos..!
Pumpy dice
A mí me entraba un hambre terrible leyendo a «los cinco». Y ¿qué demonios será la cerveza de jengibre?
Queco dice
¿Que regalaste el «Diario de un álbum» porque no lo pudiste terminar? ¡¡¡PERO CÓ!!!
ZalayA dice
Los Cinco… que tiempos… Creo que me leí Los Cinco tras el laberinto 15 veces…. Ahora ya no se ni donde lo tengo
¡Nos vemos esta tarde!
Pd:»316413″
Mar dice
Pues yo era lectora impenitente de Puck, una niña surgida de la mente de una danesa (desde entonces, ando frita por recorrer Dinamarca) y cuya coleeción termina de una forma horrible, al menos, desde el punto de vista de mi yo-adolescente, que esperaba épicas y aventurillas sin fin, en ese mundo edulcorado de niñitas bien, en internado privado con caballos, bosques, nieves invernales y piscinas climatizadas…
Y otra cosa: ese «pechopalomo» me suena de algo 😉
Besitos
Ike Janacek dice
Joer, el diario no está nada mal. Aparte de eso, uno no puede fiarse de la primera impresión y tampoco de que las personas que nos gusten sean como nos gustaría que fueran.
La mayoría de los «artistas» son para darles de comer aparte, pero curiosamente los mejores, los más grandes, suelen ser gente estupenda. Leyendo «Diario de un álbum» se adivinaba que Dupuy tenía que ser de estos.
Little Nemo's Kat dice
Pues claro, pero cómo que no se término usted el «Diario de un álbum»? (pescozón sonoro, PLAS!!! ¡Ya me está usted comprándoselo otra vez y de castigo se me lee todos los Señor Jean y su portera se un tirón, hala! 🙂