Viernes, hora de comer, hasta los huevos del trabajo. Decido evadirme un rato mirando mi recentísimo blog. ¿Pe-pe-pero esto qué es? ¿Quién ha robado mi blog? En su lugar aparece una página de… ¿gatos? Recargo. Ahí sigue la página. Un fondo plagadito de gatos. Molesto a mis compañeros de trabajo. Todos ven gatos. Gatos, gatos y más gatos. Me veo investigando sobre whiskas y parafernalia gatuna. Voy a esperar a ver si se soluciona. ¡Qué poca paciencia!. Recargo. ¡Ahora sale una tipa oriental haciendo monerías a la cámara! ¡Un egolog oriental! ¡Venga, hombre! Vale que lo mío no sea mucho más interesante, pero al menos discurro… Estos han sido mis blogs durante un rato:
Más tarde todo ha vuelto a la normalidad. ¡Menudo proveedor de blogs me he buscado!
…Gatos a montones y tipos orientales… Esto parece Tierra de Sueños, de Jiro Taniguchi.
Me regalaron este cómic el año pasado. No sé si fue un buen regalo o una putada como un templo, porque mientras lo leía no paré de llorar y sorber mocos. Jiro Taniguchi tiene la asombrosa capacidad de enternecer con pequeños detalles de la vida cotidiana. En este tomo, relata cinco historias conmovedoras, sosegadas y dulces sobre pérdidas, miedos, deseos y renuncias.
En Tener un perro, una pareja cuida de su perro ya viejo y moribundo durante sus últimos meses.
En Y tener un gato, esta misma pareja (que no ha tenido suficiente con el perro) decide adoptar una gata. La angustia y el miedo al sufrimiento son la base de esta historia.
En La vista del jardín, la gata tiene cinco crías que hay que "repartir". Tristeza, alegría, pérdida y hallazgo a partes iguales.
En Los días de los tres, se habla de la superación de los problemas personales. Los gatos quedan al margen, como telón de fondo.
En La tierra prometida, Taniguchi termina de desarrollar el tema de la superación personal y la renuncia a los sueños en una historia de montañeros.
Jiro Taniguchi en algunos momentos se ensaña; apela al sentimentalismo más fácil; sus frases son cortas y contundentes; quiere provocar lágrimas. Quizá peca de sensiblero, o igual peco yo.