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En Blanco

Cómics

El último muermo de Aaron Slobodj

10 noviembre, 2006 By Ana S. Palacín

La de veces que habré intentado leer o, al menos, mirar durante rato "La última obra maestra de Aaron Slobodj" de José Carlos Fernandes. Y no hay manera. Tal vez algunos no hayáis oído nunca hablar de este ¿cómic? experimental. Mejor para vosotros. Son los 15 euros peor invertidos de la vida de quien me lo regaló.

La premisa (ficticia) es extraña y un poco aburrida: un artista llamado Aaron Slobodj envía a distintas personas anónimas ilustraciones o frases sin ton ni son. Después de semejante heroicidad artística, el hombre se suicida. No es para menos. La policía recopila dichos textos e imágenes; y, según el prólogo, este fardo de cosas inconexas es lo que ahora se publica con el nombre de "La última obra maestra de Aaron Slobodj". Al no poder establecer la relación entre imágenes y textos se decide publicar todo a cascoporro. El cómic es, por tanto, un cuadernillo de espiral con dos filas independientes de hojas. Arriba, ilustraciones, y abajo, frases. La diversión (creo) consiste en poder poner a la misma ilustración distintos textos. Ved mis dos intentos (pulsar para ampliar las imágenes)

Primera intentonaPrimer intento: Tractorista + "Ahora tenía la certeza de que Myra traicionaría a Oswald en la noche de las estrellas fugaces…" Encontramos a Belidoro, natural de Las Parras de Castellote y de profesión hombredepueblo, arando sus tierras a pleno sol. De repente, cuando lleva medio campo, ¡palmetazo en la frente!, tiene la certeza de que Myra traicionará a Oswald en la noche de las estrellas fugaces. Y ¡por si eso fuera poco!, le mentirá sobre "cómo se hizo aquella extraña quemadura en el brazo". ¿Y por qué tantas mentiras? ¿Qué hará el bueno de Belidoro ante semejante revelación? ¿Quién va a creer a este nostradamus rural?

Esta historia de líos burgueses incineratorios es una mierda, a ver si con otra frase al azar le encontramos a Belidoro la trepidante aventura que se merece…

Segunda intentonaSegundo intento. Tractorista + "¿Cuántos husos horarios existen en la Unión Soviética? El tempo transcurría rápidamente… Tenía que recordarlo, su vida dependía de eso." Ay Belidoro, el jamesbond agropecuario, haciendo tratos con la mafia rusa. Y ahí lo tenemos, huyendo en un tractor desbocado, campo a través, con los rusos pisándole los talones. Y todo por no acordarse de los puñeteros husos horarios. ¡Joder! (palmetazo en la frente).

Una historia mucho mejor, ¡dónde vamos a parar!

Debo de ser muy cerril, porque ni me convencen, ni entiendo estos experimentos narrativos… Si hay alguien a quien le guste, me encantaría saber por qué.

De momento, seguiré usándolo para inventar historias bizarras y os martirizaré más a menudo, andaquenó.

¡Buen día a todos! 

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Juncos, cardos y Julie Doucet

25 octubre, 2006 By Ana S. Palacín

PortadaJulie Doucet es una autora canadiense de cómic underground. Empezó autopublicándose sus tebeos que después pasaron a ser publicados por una editorial de cómic independiente.En 1991 ganó un premio Harvey. El cuento de la lechera -con final feliz- para cualquier dibujante de tebeos. Lleva publicados cuatro libros de los cuales únicamente he leído dos: Diario de Nueva York y El caso Madame Paul.

Tiene un estilo monigotero simpático, una narración irregular y sus historias son blandas y fofas. 

El caso Madame Paul, graciasadios, resulta más divertido que Diario de Nueva York. Julie Doucet es más protagonista de esta historia que de su propio Diario, que gira en torno al capullo de su noviete. En este cómic lleva, o hace por llevar, el peso de la acción. Que ya es. Con amigos asi...El elenco de secundarios, conforme transcurre la historia, eclipsa a la propia protagonista. Y es que, entre su novio (que no es el cabrón del Diario, sino otro, que tira más a gilipollas), siempre de picos pardos; su amiga Sophie, que seguramente ya no lo será, a tenor de cómo la dibuja (es la gafotas de la derecha); Madame Paul, la casera más molona y sus vengativos familiares; la tibia Julie no encuentra su sitio. Y si lo encuentra es fuera del tebeo.

El argumento, entre el costumbrismo urbano y la intriga, no tiene ni pies ni cabeza. Durante cuarenta episodios de una página, Julie Doucet intenta urdir una trama de ¿misterio? en la que se ve obligada a ejercer de detective.

Entretenido de leer, sin pretensiones, formato ideal baño, cuadrado, chiquitico, 40 páginas y 7 euros del ala. Allá cada cual.

Los Tipejos han hablado, y se han quedado bien anchos, de Los Juncos, el cómic autobiográfico de Sandra Uve; la Satrapi también le da al género; Julie Doucet, otra que tal; y yo, para no ser menos, esperando que muera mi cardo para contarlo.

¡Buen día a todos! 

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Siempre podemos ser amigos, ¡y una mierda!

20 octubre, 2006 By Ana S. Palacín

"Pero… podemos ser amigos" es lo que decimos cuando alguien que no nos gusta comete el terrible error de declararse. Eso y lo de "quedar como amigos" cuando dejamos a alguien o nos dejan, sirven para suavizar situaciones incómodas. Pero no hay que engañarse. Ni él ni ella quieren ser amigos. Seguirán queriendo mojar como amigos, follar con otro sin remordimientos o no volver a vernos en la vida. Cualquier cosa menos ser amigos.

La diplomacia de los bienqueda se junta siempre con el nulo entendimiento de los rechazados.

– Creo que le gusto a Fulana- te cuenta un amigo- Ayer por la noche no paró de mirarme y de tocarse el pelo. ¿Tú que opinas?
– Euuuh… – respondes inteligentemente. Un buen amigo nunca dirá que la pelleja estaba mirando al tipo de al lado y que se toca el pelito  porque es un rato pija. Menudo panorama.
– Yo creo que sí, porque ayer me miró mucho- insiste con los ojos tan brillantes que parece salido de un manga shojo.
– Pues no sé -dices, cuando en realidad lo sabes perfectamente- Pero vamos, que a mí no me hagas caso, que nunca me entero de nada- añades, en parte porque es verdad y en parte porque eres un gran amigo y no quieres herir sus sentimientos contándole que la fulana estuvo haciendo señas a sus espaldas para que la rescatasen.
– Le voy a decir que me gusta – decide tu amigo en un impulso desconocido en él. ¡Horror!
– ¿Tú se lo dirías? -duda. ¡Rápido, sé el mejor amigo y sálvale de la ignominia!
– Yo no – atajas a ver si le convences – Pero porque yo soy más bien cortao para estas cosas…

Viñeta de Siempre podemos ser amigos¿A quién vas a convencer así? Y luego, el consabido drama: el amigo o la amiga que abren su corazón, el otro o la otra que sólo quieren "ser amigos", aquéllos que se conforman pero les persiguen psicóticamente "como amigos", y los otros que no ven la forma de escabullirse, hasta que al final ni amigos ni hostias. Entre mujeres es mucho peor, porque no sólo no evitamos estas situaciones, sino que además las propiciamos: Tía, yo creo que le gustas. ¿Yo? Qué va. Que sí que sí. Chica, no sé. Yo lo veo clarísimo, si fuera tú, me lanzaba… Lo difícil es saber si es por maldad o por empatía.

Mawil, habla de esto en su estupendo cómic "Siempre podemos ser amigos". Cuatro divertidas anécdotas con un poso de amargura en las que el autor recuerda junto a sus amigotes, y con unas cervezas de más, lo pringao que ha sido con las mujeres. Bueno, Mawil y todos alguna vez.

Defecalificación:

Siempre podemos ser amigos – Mawil (Colección Chispa – Bang Ediciones). 64 páginas b/n. PVP 11 €

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Cómo me he vuelto estúpido

5 octubre, 2006 By Ana S. Palacín

Camino del trabajo tengo que ir sorteando ejecutivos agresivos y empresarios trajeados, orgullo de madres y abuelas, que parecen encantados de haberse conocido.

Portada de Como me he vuelto estúpidoCómo me he vuelto estúpido (Nikola Witko y Martin Page) cuenta la historia de Antonio, un tipo inteligente pero infeliz, que piensa demasiado y que cree ahí está la clave de su infelicidad. Intentará dejar de pensar de todas las formas posibles. Lo que ignora es que al conseguirlo podría convertirse en una persona normal, obtener un gran trabajo y ser socialmente aceptado, pero también volverse idiota.

Una humilde reflexión sobre el borreguismo, la individualidad, lo cómodo que resulta el carrusel social y la necesidad de tomarse la vida con calma. El guión flojea en algunos momentos y los personajes secundarios son meros esbozos. La evolución del protagonista a lo largo de la historia no se desarrolla con naturalidad sino a bruscos saltos, quizá porque el cómic es la adaptación de una novela (Comment je suis devenu stupide, de Martin Page). A pesar de la irregularidad narrativa la historia engancha y es entretenida. El dibujo, no encantará a los amantes del preciosismo, pero resulta agradable y comprensible.

Qué mala cosa es esto de pensar"Estoy pensando en montar una escuela… para enseñar a la gente a que se la sude… a no hacer más que lo que les guste… pero no demasiado rápido"

Para menesteres mingitorios, es una gran adquisición. No es un análisis sociológico de los de pegarse un tiro, pero tampoco una etiqueta de lactovit.

Y además, después de leerlo, muchos estaremos encantados de habernos conocido y más encantados todavía de no conocer a ningún ejecutivo agresivo.

Defecalificación: 2 váteres 

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Joe Sacco y su afán de protagonismo

20 septiembre, 2006 By Ana S. Palacín

Página de PalestinaSólo he leído un cómic de Joe Sacco, Palestina, interesada más por el tema que por el autor. Sacco es periodista, guionista y dibujante de cómics. Intenta aunar la crónica periodística y el lenguaje gráfico de los cómics. Ha recibido varios premios por sus novelas gráficas, entre ellos el American Book Awards en 1996, precisamente por Palestina. Para escribir este cómic convivió durante dos meses entre israelíes y palestinos intentando desentrañar el complejo conflicto entre las dos naciones. Hay que reconocerle el mérito a su labor de investigación, aunque no sea precisamente un ejercicio de objetividad. Esperaba algo más parecido a un reportaje periodístico, quizá menos afectado y personal. En definitiva, menos autobiográfico. Me saturó ese aire egocentrista teñido de objetividad que desprende el cómic. Tampoco ayuda que Sacco aparezca prácticamente en todas las viñetas; incluso en las que no pinta nada. A pesar de que el tema es controvertido e interesante, la narración llega a hacerse algo pesada.

No me agradan las personas con desmesurado afán de protagonismo, ni los que pretenden figurar o destacar a toda costa. Tampoco me divierten los graciosetes de medio pelo que buscan el favor del tendido mofándose de otros. Y con la de gente así que hay suelta… como para pagar por leerles. Con la mala leche que gasto.

Cuidado que hoy muerdo. 

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Shutterbug Follies ¡menuda metomentodo!

12 septiembre, 2006 By Ana S. Palacín

Cuando llegas a casa después de un día de mierda, lo mejor no es tomarse un capuchino con el italiano dentudo del anuncio, no. Lo mejor es leer algo inane, superficial y, si puede ser, divertido.

Aquel día abrí con poquitas ganas Shutterbug Follies, de Jason Little. Mi objetivo era distraerme y tengo el listón muy alto, tan alto, que ni el mono trepalistones de Frank Cho llega. Como digo, empecé a leer con pocas ganas y la cabeza más en otro sitio que en el cómic. Pero, desde la portada, Jason Little nos presenta tan maravilloso despliegue de color, que resulta imposible atender a otra cosa. La historia también engancha; es entretenida, palomitera y sin pretensiones. No se desvelan los enigmas del universo, ni hay dramas personales de los que encogen el alma.

Bee es una fotógrafa aficionada, pelirroja y gafapasta, un tanto culona, que trabaja en la máquina de revelado de una tienda de fotografía. Entre sus aficiones está el cotilleo desmedido, que le lleva a coleccionar fotos personales de sus clientes. Una discreción y profesionalidad tremendas las de esa tienda. Dios, aparte de un amplio trasero y una capacidad de cotilleo que ni anarrosa, le ha otorgado una curiosidad insaciable. Sí, Bee es una tía metiche. Y si además aparece un misterioso fotógrafo armenio que fotografía cadáveres fresquísimos… para qué queremos más. Bee sospecha que el armenio no es trigo limpio y, bueno… ¿quién diría que con semejantes muslos se puede ser tan ágil?

Superficial, entretenido, bonito y agradable. Esta joyita me alegró el día y le doy cuatro váteres, porque además es manejable para los menesteres evacuatorios.

Shutterbug Follies, de Jason Little (Ed. Planeta de Agostini, 13,95 €) 

Defecalificación: 3 váteres

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Puente surrealista: Dave Cooper y Beto Hernández

16 agosto, 2006 By Ana S. Palacín

¿Qué pueden tener en común estos dos autores? ¡Ganas de fastidiarme el puente! 

Ayer por la mañana, me leí lo que pensaba que iba a ser un cómic amable, de dibujo agradable, "majico": el pequeño tomito de Dave Cooper titulado Succión: El status de Basil. No sé si estaba con el día tonto o qué, pero no entendí ni jota. Un surrealismo medio futurista, medio vegetal, barros y lodos mediante, que me dejó petrificada en mi trono de loza. Creo que me gustó, pero no estoy muy segura. Es la historia de un inmaculado e inocente muchacho, sin maldad, que va a la ciudad y descubre la ruindad de sus semejantes. Creo. Paco Martínez Soria nos lo puso más fácil en La ciudad no es para mí. Directo a la pila de las relecturas.

Más tarde me atreví con Grip: El extraño mundo de los hombres, de Beto Hernández. ¿El extraño mundo de los hombres? Más bien: "el extraño mundo" y punto pelota. ¿Pero esto qué es? Pieles que hablan, tipos sin piel, niñas que guardan las dichosas pieles en la mochila, dioses que van y vienen, gente amnésica, enanas tetonas, mafias… ¡Basta ya! ¡Que una viene de leer Los Muertos Vivientes y no está preparada para semejantes historias! De momento, ahí se queda, a ver si otro día…

Como era previsible, entre el surrealismo comiquil y el bebercio nocturno, hoy me espera un largo miércoles de resaca. Ugh.

¡Buen día a todos!

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AAAAAAAAAAAAAAAAH

1 agosto, 2006 By Ana S. Palacín

Página de Gregory (Marc Hempel)Ese alarido es prácticamente lo único que sale de la boca de Gregory, un niño embutido en una camisa de fuerza, que vive en un manicomio de los de antes, con rejas en las ventanas, humedades e insectos repugnantes. Este niño psicótico irrecuperable disfruta encerrado, corriendo eufórico en círculos, gritando ¡¡YO GREGORY!!, esperando a que abran la puerta por el mero placer de escuchar ruido, y comiendo los bichos que pasean por su celda. Herman Vermin, la rata, decenas veces muerta y resucitada, y el ratón Wendell, le hacen compañía, aunque a Gregory, sus sueños y sus extrañas conexiones mentales le bastan para entretenerse. Tres personajes entrañables y unas historias desasosegantes, que al principio causan extrañeza, luego interés y finalmente hacen gracia.

Gregory, por Marc Hempel. Planeta deAgostini. PVP:7,95 Euros

Un cómic no recomendable para gente de esfínter tímido. Marc Hempel es un genio desquiciando a sus personajes y a sus lectores. Es probable que a mitad del cómic, vuestros nervios os obliguen a leer la etiqueta del timotei.

Defecalificación: 3 vateres

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Cagando en la mansión de los Pampín

25 julio, 2006 By Ana S. Palacín

La mansión de los Pampín (Miguelanxo Prado) es un cómic perfecto para leer en el baño. Tiene una duración correcta, un peso adecuado, papel resistente y tapa a prueba de gotas. Además, el costumbrismo de clase media quieroynopuedo es mucho más divertido que las etiquetas del gel de baño o del champú.

Portada de La mansión de los PampínEl bueno de Indalecio Pampín y la inaguantable Concha son un matrimonio convencional de los de antes, cuya vida está a punto de cambiar al heredar, de su tía Isolina, ni más ni menos que la mansión de los Pampín. A partir de ese momento, en un ir y venir de sucesos fortuitos o no tanto, los Pampín se las tendrán que ver con las absurdas e incomprensibles normas de urbanismo y con la esperpéntica situación inmobiliaria actual, para alcanzar sus aspiraciones de clase.

Una crítica amable a la situación urbanística en España y un retrato genial de la familia española de clase media.

Una historia muy entretenida que gustará incluso a quienes no leen cómics habitualmente.

Le doy cuatro váteres, porque el tamaño del álbum no es del todo manejable para según qué menesteres.

Defecalificación: cuatro váteres

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Todo lo guarra que (ella) quiere ser

18 julio, 2006 By Ana S. Palacín

Todo lo guarra que ella quiere ser¿No me digas que nunca te has masturbado con un pepino verrugoso? ¿O que no has tocado el pito de un perro? ¿O que estando borracha no te has tirado a un tipo enano y bizco que has conocido por un anuncio de contactos? ¿Y tampoco has arrojado a este pobre enano de un coche en marcha?

Este es el tipo de cosas que hace Midge, una soez cuarentona de carnes flácidas y tetas caídas, adicta a los pepinos de buen calibre, en Todo lo guarra que (ella) quiere ser. Roberta Gregory pone todo su empeño en desenmascarar la falta de comunicación y la hipocresía de la sociedad por medio de Midge, siempre constreñida por normas sociales, que ni hace ni dice lo que realmente piensa. Un poco como todos, vaya.

Por mi parte, aprovechando la coyuntura hipócrita social, voy a comerme unos cuantos cruasanes, que me encanta que las buenas gentes que me rodean digan lo de "pero Iru, ¿dónde lo metes?, si estás delgadíiiiisima". Y ya sabemos, ellos y yo, dónde meto los puñeteros cruasanes.

¡Buen día a todos! 

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