El abrazazante amigo Franchu me pasó el otro día el testigo de un meme. Los memes son inventos del mismísimo satanás que sirven para airear las miserias de uno mismo a lo largo y ancho de la tontosfera. Bueno, las miserias de algunos, porque otros saldrían victoriosos y revestidos de intelectualidad hasta de un meme de cacas y pedos.
En este meme, por suerte para mí y para vosotros, no hay que hablar de cacas y pedos. Es tan sencillo como mostrar la foto que tengo de fondo de pantalla y contar por qué la tengo. Una buena oportunidad para demostrar lo moderna de mierda e intelectual que soy: – Esta es la foto que adorna mi escritorio, amigos lectores. Me recuerda las maravillas de mi profesión, al mismo tiempo que me inspira para seguir trabajando en pos de la más absoluta y canónica de las bellezas…
Quedaría muy cool si no fuera mentira gorda, claro. La imagen de abajo es una captura de mis dos monitores: el pequeño para paletas y testeos varios y el grande para las aplicaciones. Mi escritorio es una suerte de caótico trastero donde voy dejando todos los archivos, propuestas y cambios que me envían por correo y que limpio de pascuas a ramos.
Pero no siempre fue así.
Una vez tuve como fondo de escritorio un gatito azul de mirada suplicante y desvalida. Qué mono era. Después de verlo a todas horas durante varios meses, estaba segura de que el puñetero gato, aparte de ser bizco, reflejaba en sus ojos toda la maldad del orbe, y que era la versión felina del infernal Cancerbero. Los gatitos me parecían unos bichejos repugnantes a exteminar.
Por el bien de la raza gatuna me deshice de la foto y puse, en su lugar, una moñaca con un generoso canalillo. La había dibujado yo, cuando *carraspeo* me gustaba el manga, en un tiempo pasado, oscuro e inenarrable. ¡Qué arte! ¡Qué voluptuosidad! No habían pasado ni dos meses y ya me caía gorda. ¡Qué cabrona, menudas tetas! Antes de coger manía a todas las chicas tetonas, decidí quitar el dibujo. Demasiado tarde.
¡Buen día a todos, menos a las tías tetonas!